lunes, 10 de mayo de 2010

Death Proof: Un quiero y no puedo.

Let´s go to work.



A prueba de muerte

El punto sangrante de la fallida Death Proof, es que no funciona bien como parodia del género que intenta homenajear. Su estructura de guión es brillante, como siempre en el cine de Tarantino, y sus constantes diálogos (casi el 80% de la película se sustenta en ellos) son buena muestra de ello. Pero hay algo que no termina de funcionar. Primero, es su lento y engorroso desarrollo. La película tarda demasiado en arrancar y en presentar unos personajes, a priori, sosos y algo prescindibles. No es hasta la llegada del bar mexicano de carretera (interesante cameo de Quentin, por cierto) cuando vemos que tipo de avatares intervendrán en la aventura y de que pasta estan hechos. Hasta ahora habíamos tenido una dilatada y algo vacua presentación del grupo de chicas, pero no terminaban de arrancar. Sus conversaciones sobre hombres y demás temas claramente femeninos, son meramente impagables, pero ninguna destacaba por su personalidad. Death Proof son dos películas en una. Por una parte, es una película del típico asesino en serie peligroso de serie B (del conocido como género slasher), y por otra, una excelente road movie con trepidantes persecuciones de por medio. Hasta la mitad de su metraje Death Proof es una película que no termina de funcionar ni arrancar. En la idea original propuesta por Quentin Tarantino, el cambio de juego y concepción argumental (de presa a ratón y viceversa) que podría haber logrado encumbrar a la película como joya y rara avis de la filmografía del director y que a buen seguro hubiese hecho a la cinta más redonda, no termina de cuajar. En principio, es un cambio radical. El personaje de Kurt Russell (El Especialista Mike) pasa de ser el cazador y acosador, al cazado y acosado. Sus presas se rebelan, y su carácter, de ser agrio, chulesco y peligroso, a cobarde. Es la inversión total de los papales. Dicho giro imprevisible, que hubiese sido el golpe de efecto que realmente quería Tarantino, no termina de cuajar.



La presentación del nuevo grupo de féminas es más redonda, cuidada y agresiva que las de la primera comparsa. Si nos ponemos a mirar fijamente las personalidades de cada una, vemos que si mientras las primeras eran chicas comunes, algo aburridas o simples, las nuevas son aguerridas, luchadoras, inteligentes e inconformistas. Es de nuevo la yuxtaposición de ambos grupos lo que hace que las diferencias propuestas en el guión de Tarantino salten a la vista. En la teoría queda genial. Pero en la práctica... Hay cosas que fallan y arrebatan todo logro que se puedise haber conseguido con el presente guión.

El primero de los fallos visibles, es la falta de talento a la hora de actuar de Zoe Bell (la chica especialista en la segunda mitad de la cinta). Entiendo que la intención de Quentin Tarantino fuese la de buscar a una especialista de verdad (no obstante Zoe dobló a la Novia en las escenas de riesgo y acrobacias en Kill Bill) , y que con ello, dotase de una verosimilitud palpable al personaje y a la película en general, pero no funciona. Es una chica mona, preparada y con buena presencia, pero no es una actriz que te sustente casi una hora de metraje. Sobre todo, cuando tienes a una Rosario Dawson que cumple con creces en las situaciones que le planteas. Puede ser que Tarantino tampoco buscase la perfección cinematográfica absoluta (tenemos que tener en cuenta que Death Proof es un homenaje al género grindhouse con lo cuál no hay que buscar una calidad excelsa en todos los apartados), pero si se hace una película de serie B deluxe y con semejante mimo...¡qué menos que cuidar algunos detalles!



Y es lo que nos lleva al segundo punto. Otro de los cambios en la segunda parte de la película, es el tono y el lenguaje cinematográfico. Tarantino es un director que siempre está jugando con el metacine y el lenguaje para/con el espectador. Son constantes los guiños gráficos (las flechitas que señalan importantes personajes en Malditos Bastardos o el detalle de La Novia hablando directamente con los espectadores en Kill Bill Vol 2) en sus largometrajes, y eso, si bien en la primera parte de Death Proof eran notables (pérdidas de rollo, encuadre y defectos de celuloide varios), en su segunda mitad, todo desaparece en pro de un rodaje meramente digital, estético y limpio. No es muy lógico, que una película que es un claro homenaje a un género tan particular como el grindhouse o el exploitation, quede tan refinado, pulcro, frío y vacío por el cambio de la forma de rodar. Robert Rodríguez en su hermana de concepción, Planet Terror estuvo muchísimo más inspirado, con constantes defectos de celuloide, pérdidas de rollo y sonido o problemas visuales varios. Sabe utilizarlos en su película, sabe jugar con ellos y sacarle provecho para la particular narrativa de su cinta. Tarantino, por extraño que parezca, no. Si bien al principio parece que intenta usarlos como su amigo mexicano, cuando la película cambia de rumbo argumental, se olvida absolutamente del tema. Es un problema bastante evidente, pues todo sentido paródico del género queda diluído, y la parte que parecía mejor cinematográficamente hablando, queda coja.



Death Proof en definitiva, es una película de contrastes. Tiene cosas buenísimas, como su excelente libreto (apoyados en unos diálogos fluídos e interesantes como a los que nos tiene acostumbrados Tarantino) y su maravillosa selección musical. Intenta aportar un giro imprevisible con un revulsivo al género slasher y de serie B con un cambio hacia la mitad de la película, pero no termina de funcionar. Unos personajes que no terminan de ser creíbles y una falta de tacto en el lenguaje cinematográfico propio del género al que padorian, lastran por completo el resultado final de una cinta que podría haber sido muchísimo más de lo que ha acabado siendo.

Hasta la próxima.

WPM

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